La muerte de un ser querido desencadena una serie de reacciones emocionales difíciles y dolorosas a las que la persona que está atravesando un proceso de duelo debe responder (Payás, 2008). La mayoría de las personas logra disminuir la intensidad de estas respuestas con el paso del tiempo, pero una minoría sufre complicaciones que deterioran su salud física y mental. De acuerdo con Payás (2002), se les llama estilos de afrontamiento a las diferentes formas o estrategias que las personas emplean, de manera consciente o inconsciente, para reducir, manejar y superar estos síntomas físicos, mentales y emocionales naturales que se presentan en el duelo.
Estos mecanismos de afrontamiento son procesos dinámicos que se adaptan a las demandas internas o externas que superan los recursos propios de las personas (Payás, 2008). No son rasgos fijos, sino procesos activos que buscan enfrentar de la mejor manera posible una situación de amenaza, estrés o pérdida. Conforme con Payás (2008), la forma en que las personas reaccionan ante estas situaciones depende de variables internas, como los factores de desarrollo, los rasgos de personalidad y las experiencias previas de pérdida, entre otros; y de variables externas, como el tipo de trauma y la percepción del apoyo disponible.
Entre los estilos de afrontamiento, el rumiativo se caracteriza por una atención repetitiva y pasiva en los aspectos difíciles o negativos del duelo (Payás, 2008). Este estilo cognitivo se ha asociado con una mayor incidencia y gravedad del trastorno depresivo mayor, una cronificación del proceso y un aumento de los síntomas, especialmente los relacionados con el trastorno de estrés postraumático. Por lo tanto, el estilo rumiativo es maladaptativo y predice un desequilibrio y una menor calidad de vida para la persona afectada. Sin embargo, de acuerdo con Payás (2008), otros estudios sugieren lo contrario: que este enfoque cognitivo persistente en los pensamientos o sentimientos relacionados con el difunto y el impacto que su pérdida tiene en la vida del deudo es una respuesta común en el duelo, cuyo propósito y resultado son muy individuales y pueden ser adaptativos.
Aunque la rumiación tiene una correlación negativa con el bienestar general en algunas etapas del duelo, esto no significa que rumiar sea siempre improductivo (Payás, 2008). La revisión repetitiva del evento traumático puede ayudar a las personas a sobrellevar el impacto emocional y a encontrar un nuevo significado para la pérdida. Conforme con Payás (2008), esta construcción de nuevos significados ayuda a desarrollar un nuevo marco de referencia o una nueva visión del mundo que incorpora el hecho traumático y permite así una buena resolución del duelo.
Características
Cuando las personas pierden a un ser querido, experimentan las rumiaciones obsesivas en el duelo, que son pensamientos repetitivos que persisten en su mente sin llegar a ninguna conclusión válida (Psonrie, s.f.). Estas ideas generan un estado de malestar y ansiedad, y no se pueden “bloquear” a pesar de la incomodidad (Babis, 2020). En correspondencia con Ruiz (s.f.), este tipo de rumiaciones es común en los procesos de duelo (Ruiz, s.f.), y se asocia con una falta de acción, de expresión de afectos y de visión general de las cosas en las personas que las sufren.
¿Cómo Aparecen?
Como una forma de afrontar el dolor, el pensamiento obsesivo se expresa mediante un monólogo verbal interno en el que el doliente se dirige a sí mismo, a otra persona o a algo, formulando preguntas, atribuyendo culpas, acusaciones, responsabilidades o deseos de venganza, o bien, repasando detalles sobre una situación en busca de elementos, respuestas o significados (Payás, 2008). Estos pensamientos, que se relacionan con tres aspectos fundamentales: las circunstancias del fallecimiento, el vínculo que se ha perdido y las repercusiones de esa pérdida, se caracterizan por ser recurrentes y referirse a cuestiones, situaciones o elementos que la mente todavía no logra asimilar; por ejemplo: "¿y si …?", "si pudiera volver…", "todo es culpa mía", "no puedo vivir sin él/ella ", entre otros (Psonrie, s.f.; Ruiz, s.f.). Así, según Ruiz (s.f.), las rumiaciones obsesivas se manifiestan comúnmente a través de pensamientos incontrolables e intrusivos que irrumpen en la conciencia sin que la persona lo pretenda ni lo anticipe.
¿Cómo Actúan?
La búsqueda de respuestas es una característica de las rumiaciones obsesivas, que consisten en que la persona examina ciertas situaciones o elementos que puedan explicar la causa de la pérdida (Ruiz, s.f.). Asimismo, las rumiaciones obsesivas se manifiestan por una gran fijación en los detalles que rodean la muerte, especialmente en aquellos que no tienen tanta importancia (Ruiz, s.f.). Estas rumiaciones llevan a las personas a obsesionarse con hallar respuestas que no existen, creyendo que eso les proporcionará un alivio (Psonrie, s.f.). Además, mediante estos pensamientos intrusivos, las personas se concentran en los síntomas negativos que les provoca la muerte del ser querido, así como en las posibles causas y consecuencias de la misma (Ruiz, s.f.). En correspondencia con Ruiz (s.f.), el resultado de todos estos procesos es que las personas le dan vueltas a las cosas o a las ideas sin obtener una respuesta clara o sanadora, agotando así su estado de ánimo y su energía.
La Obsesión Propia de las Rumiaciones
Las obsesiones implican una experiencia mental de la realidad, en la que la persona no vive, sino que piensa en vivir. Por lo tanto, todo se centra en la mente, en repetir las cosas, en buscar respuestas y en divagar sin actuar (Ruiz, s.f.). En esta experiencia mental, la persona se enfoca en un aspecto específico de la realidad; en este caso, aspectos relacionados con la muerte o con el proceso de duelo (Psonrie, s.f.). Como resultado, se pierde la visión global de la situación; la persona deja de percibir gran parte de la realidad por esa obsesión de examinar minuciosamente solo una parte de ella (Ruiz, s.f.). Esto lleva a una pérdida de perspectiva y de objetividad, obteniendo solo una visión parcial y simplista de lo que está sucediendo, lo que le impide finalizar el proceso de duelo de una forma saludable (Psonrie, s.f.). Así, Ruiz (s.f.) describe la obsesión propia de las rumiaciones obsesivas como una fijación cognitiva rígida e inflexible, que no le permite a la persona progresar en su duelo y que, además, obstaculiza un proceso sano y adaptativo.
Consecuencias
La fijación, que consiste en que la persona solo percibe una parte de la realidad, conlleva como consecuencia directa la inactividad o pasividad, en la que la persona no actúa sino que solo se queda sumida en ciertos pensamientos (Psonrie, s.f.). A esto se le añade una sensación de soledad, propia de esta etapa (Ruiz, s.f.). De esta forma, las personas que tienen rumiaciones obsesivas frecuentes suelen aislarse, lo que les dificulta conectarse con su entorno y consigo mismas. Del mismo modo, las rumiaciones obsesivas alteran el comportamiento de la persona que vive el proceso, lo que implica mirar al suelo, hablar consigo mismas, entre otros (Ruiz, s.f.). En resumen, el mecanismo obsesivo es una forma de muerte, es decir, muerte para uno mismo, muerte para las relaciones con los demás y muerte para la vida (Payás, 2008). Por consiguiente, según Ruiz (s.f.), es frecuente que el individuo tenga problemas para conectarse con su experiencia subjetiva y con lo que está comunicando a los demás.
Funciones Psicológicas
Las funciones psicológicas de las rumiaciones obsesivas, aunque son un mecanismo patológico, se explican por la necesidad de la mente de evitar el sufrimiento (Ruiz, s.f.). Estas funciones se clasifican en tres categorías: las relacionadas con el trauma de la muerte, las relacionadas con la vinculación y las relacionadas con la negación del dolor (Ruiz, s.f.). Las primeras, que surgen como una respuesta de supervivencia después de la muerte traumática de un ser querido, tienen la función de mejorar la previsibilidad frente a la realidad de la muerte (Payás, 2008). La obsesión implica la fantasía de poder cambiar el pasado y hacer las cosas de otra manera, lo que supone un intento de control. El cerebro, en un intento de prevenir una repetición del trauma, repasa constantemente los detalles de la muerte buscando comprender lo ocurrido. Entonces, según Payás (2008), pensamiento obsesivo se convierte en una defensa cognitiva que ayuda al doliente a crear orden y mejorar la previsibilidad ante futuras pérdidas.
En relación con la vinculación, la obsesión en forma de culpa tiene una función psicológica reparadora (Payás, 2008). Los pensamientos de culpa actúan como una introyección de crítica interna para evitar la crítica externa; es una forma de evitar el miedo a no ser perfecto, a haber hecho algo malo y a ser acusado de negligencia, es decir, es una forma de autocastigo con una función expiativa del daño.Además, rumiando se satisface otra necesidad relacional, que es la de asegurar la continuidad de la relación con el difunto, manteniendo cierto nivel de contacto con su ser querido ausente y fantaseando con la persona desaparecida, lo que es una forma de conectarse con el pasado y de evitar la experiencia emocional de la muerte. En este sentido, conforme con Payás (2008), realiza una función psicológica estabilizadora que protege contra el flujo de emociones desagradables que acompañan a la regresión.
Por último, la negación del dolor puede ser un mecanismo de defensa que proporciona una sensación de control y estabilidad al ego frágil del deudo (Ruiz, s.f.). La rumiación puede ser una forma de evitar el contacto con el dolor real del duelo y mantener un sentido de control sobre la experiencia emocional (Payás, 2008). Las obsesiones actúan como una defensa contra la aparición de sentimientos dolorosos amenazantes, como la rabia y la culpa, que se manifiestan en forma de obstinación, persistencia, rigidez y resentimiento. En las personalidades vulnerables, la muerte puede generar una fragmentación interna y las obsesiones pueden aparecer como un intento de suplir esta falta de estructura interna. Las rumiaciones actúan como anclas para mantener la fragilidad interior y compensar las experiencias personales que de otro modo serían caóticas. En este sentido, según Payás (2008), los pensamientos rígidos y rutinarios tendrían una función de estabilidad y protección frente a un yo frágil, inmaduro y dependiente.
Factores de Riesgo
La teoría del apego sostiene que la seguridad se derrumba cuando se pierde de forma repentina a la persona a la que se está apegado y que adaptarse a la nueva realidad resulta más difícil y estresante que si se hubiera anticipado la muerte (Payás, 2008). El pensamiento obsesivo predomina en estas situaciones de no anticipación, sobre todo si la pérdida fue traumática o si el doliente cree que se podría haber evitado, como en casos de presunta negligencia médica o accidentes domésticos. La falta de información sobre lo que ocurrió alrededor de la muerte hace que el doliente tenga que imaginar todo o parte de los hechos. En estas situaciones, en correspondencia con Payás (2008), la obsesión parece ser despertada por la fantasía que recorre las diversas posibilidades de lo que está sucediendo, siendo el resultado un estado de hiperexitación vigilante que impulsa el pensamiento obsesivo.
Los factores de riesgo personales también influyen en la aparición de pensamientos obsesivos tras la pérdida (Payás, 2008). Las personas perfeccionistas, exigentes y con rasgos obsesivos tienen más tendencia a rumiar sobre la muerte. Lo mismo ocurre con las personas frágiles, inseguras, con problemas de control o inmaduras que nunca habían reflexionado sobre la muerte. Estas personalidades se enfrentan a mayores dificultades de adaptación y experimentan altos niveles de ansiedad relacionados con las obsesiones. Finalmente, según Payás (2008), las personas con apegos ambivalentes son más propensas a los duelos crónicos y a los estilos rumiativo.
Referencias
Bobis, M. (2020). Duelo por muerte de un familiar: 5 formas en las que nos puede afectar - Psicólogo Manuel Bobis Reinoso. Psicólogo Manuel Bobis Reinoso - Sevilla. Recuperado 21 September 2021, a partir de https://www.psicologomanuelbobis.com/duelo-por-muerte-de-un-familiar-5-formas-en-las-que-nos-puede-afectar/
Payás, A. (2008). Funciones psicológicas y tratamiento de las rumiaciones obsesivas en el duelo. Scielo.isciii.es. Recuperado 21 September 2021, a partir de https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0211-57352008000200005
Ruiz, L. Rumiaciones obsesivas en el duelo: qué son y cómo aparecen. Psicologiaymente.com. Recuperado 21 September 2021, a partir de https://psicologiaymente.com/clinica/rumiaciones-obsesivas-duelo
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