Criar a los hijos es una tarea compleja y exigente que representa uno de los mayores desafíos para cualquier persona que asume este rol (Sanfeliciano, 2019). Aunque cada niño tiene una personalidad única y enfrenta situaciones particulares, los desafíos que presentan en su educación suelen compartir ciertos patrones. Por este motivo, han surgido distintas formas de afrontar estos desafíos, las cuales se conocen como estilos de crianza. De acuerdo con con Sanfeliciano (2019), es importante reconocer que no todas las formas de crianza contribuyen positivamente al bienestar de los hijo.
El estilo de crianza que un cuidador elige puede influir de manera significativa en el desarrollo emocional, social y conductual del niño, dejando huellas que se reflejarán tanto en la infancia como en la vida adulta (Corbin, s.f.). En correspondencia con Corbin (s.f.), al aplicar determinadas estrategias disciplinarias, los cuidadores no solo afectan la manera en que los niños responden al mundo, sino que también moldean la relación que se establece entre ambos, influyendo en el grado de confianza, comunicación y respeto mutuo que se desarrollará entre padres e hijos.
¿Qué son los Estilos de Crianza?
Los estilos de crianza, también conocidos como estilos parentales, representan las estrategias que los cuidadores emplean para criar y educar a los niños y las niñas, consolidando una construcción psicológica que orienta dicho proceso (Mitjana, 2021). En otras palabras, de conformidad con Mitjana (2021), los estilos de crianza consisten en un patrón de acciones específicas que los cuidadores aplican en la educación de los niños, el cual incluye no solo comportamientos visibles, sino también emociones, actitudes y pensamientos.
Historia de los Estilos de Crianza
El estudio de los estilos de crianza fue iniciado y ampliamente desarrollado por la psicóloga Diana Baumrind a principios de la década de 1960 (Corbin, s.f.). A principios de la década de 1960, Baumlind encuestó a más de 100 niños en edad preescolar y entrevistó a sus cuidadores. En su investigación, Baumrind evaluó a más de 100 niños en edad preescolar y llevó a cabo entrevistas detalladas con sus cuidadores. Conforme con Corbin (s.f.), su trabajo se centró en cuatro dimensiones esenciales de la crianza: calidez y nutrición, estrategias disciplinarias, estilos de comunicación y expectativas de madurez y control, todas variables que consideraba fundamentales para entender la relación entre los estilos de crianza y el desarrollo infantil.
En el año 1966, Baumrind identificó tres estilos de crianza distintos, basándose en los resultados de su investigación (Corbin, s.f.). Estos estilos, denominados autoritario, democrático y permisivo, fueron publicados en su texto Child Care Practices Anteceding Three Patterns of Preschool Behavior. De acuerdo con sus observaciones, cada estilo de crianza generaba patrones específicos de comportamiento en los niños: aquellos que crecían en un ambiente autoritario, caracterizado por cuidadores controladores e indiferentes, solían mostrarse desconfiados e infelices; en contraste, los niños con cuidadores cálidos pero sin límites se mostraban dependientes; y los niños con cuidadores exigentes pero comunicativos tendían a ser autosuficientes y felices. De conformidad con Corbin (s.f.), en el año 1983, los investigadores McCorby y Martin profundizaron en la teoría de Baumrind, ampliando su clasificación de estilos de crianza mediante la incorporación de un cuarto estilo, el indiferente o negligente.
Dimensiones del Comportamiento de los Cuidadores
En el análisis del comportamiento de los cuidadores, se identifican dos dimensiones esenciales que impactan significativamente en el desarrollo emocional de los hijos: afecto y comunicación, también conocida como receptividad paterna, y el control y las exigencias, referido también como control paterno (Cajal, 2019; Sanfeliciano, 2019). La receptividad paterna se define como el apoyo emocional que los cuidadores ofrecen a sus hijos (Sanfeliciano, 2019). Esta cualidad se manifiesta cuando los cuidadores muestran apertura hacia los sentimientos de sus hijos, prestándoles atención y asistiendo en la resolución de sus conflictos emocionales. La presencia de esta dimensión resulta fundamental, ya que su ausencia puede dejar al niño solo frente a sus problemas emocionales. Según Sanfeliciano, (2019), en situaciones extremas, esta falta de apoyo podría desembocar en trastornos emocionales, tales como la indefensión aprendida o la depresión infantil, afectando profundamente su bienestar y desarrollo.
La segunda dimensión, denominada control paterno, se relaciona con el nivel de restricción o exigencia que los cuidadores aplican en la crianza (Cajal, 2019; Sanfeliciano, 2019). Este control, cuando se implementa de manera coherente y flexible, orienta al niño en la dirección de conductas constructivas y seguras (Sanfeliciano, 2019). El estilo de crianza que eligen los cuidadores ejerce una poderosa influencia en el desarrollo tanto presente como futuro de sus hijos. Un nivel elevado de control paterno puede traducirse en limitaciones significativas sobre la libertad del niño, acompañado de altas exigencias de responsabilidad personal. En contraste, conforme con Sanfeliciano (2019), un bajo nivel de control se asocia con una atención limitada hacia las acciones del niño, lo que implica la ausencia de asignación de responsabilidades, un enfoque que también impacta en su desarrollo y autonomía.
Estilos Educativos
La combinación de dos dimensiones principales de la crianza, organizadas en binomios de alto o bajo, permite identificar cuatro estilos fundamentales de crianza (Sanfeliciano, 2019). Esta categorización, sin embargo, representa solo un modelo teórico y simplificado, ya que cada estilo de crianza es una categoría prototípica que, en su esencia, no refleja la totalidad de la complejidad del comportamiento parental. aunque estos estilos de crianza ofrecen un esquema útil para analizar el desarrollo de la familia y el impacto en los hijos e hijas, es esencial considerar que la realidad de las dinámicas familiares excede lo que estas categorías pueden describir. Por lo tanto, de acuerdo con Sanfeliciano (2019), es necesario aplicar esta clasificación con cautela y evitar interpretaciones absolutas, dado que el comportamiento parental y su influencia en el desarrollo de los hijos están sujetos a una gran variedad de factores contextuales y personales.
| Altos Niveles de Afecto o Receptividad | Bajos Niveles de Afecto o Receptividad |
Altos Niveles de Exigencias o Control Parental | Estilo democrático | Estilo autoritario |
Bajos Niveles de Exigencias o Control Parental | Estilo permisivo | Estilo indiferente o negligente |
El estilo autoritario se caracteriza por un alto control parental y una baja receptividad (Sanfeliciano, 2019). Este enfoque se basa en una disciplina estricta, donde los cuidadores establecen reglas y esperan que los niños las sigan sin excepción (Corbin, s.f.). En este contexto, los cuidadores no consideran otras formas de crianza que no sean las suyas, lo que limita la autonomía de los menores (Guerri, 2021). Este estilo de crianza ha perpetuado declaraciones que se transmiten de generación en generación, incluso reflejándose en la cultura popular (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, 2020). En este contexto, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (2020) documenta expresiones como "aquí se hace lo que yo diga" o "mientras usted viva en esta casa, se hace lo que yo diga", que ejemplifican la rigidez de este estilo de crianza.
Este enfoque también es conocido como estilo de crianza militar, ya que implica reglas estrictas que fomentan la obediencia (Corbin, s.f.). Los cuidadores que adoptan este enfoque tienden a ser controladores, proporcionando poco apoyo emocional a sus hijos e hijas y son propensos a recurrir a castigos severos, amenazas e incluso a la violencia (Corbin, s.f.). Las sanciones suelen ser desproporcionadas respecto a la conducta del menor, lo que genera un ambiente donde cualquier infracción puede llevar a un castigo severo sin considerar la perspectiva del niño (Guerri, 2021). De acuerdo con Corbin (s.f.), si un hijo incumple las reglas familiares, es probable que reciba un castigo severo, sin que se le brinde la oportunidad de explicar su conducta.
Aunque los niños que crecen en este entorno pueden cumplir las reglas la mayor parte del tiempo, a menudo enfrentan problemas de autoestima, ya que sus necesidades emocionales son ignoradas (Corbin, s.f.). Además, pueden desarrollar comportamientos hostiles o agresivos, dado que no aprenden a tomar decisiones o a resolver problemas de manera efectiva. Finalmente, Corbin (s.f.) manifiesta que, aunque algunos estudios muestran que los niños educados en este estilo pueden obtener buenos resultados académicos, corren el riesgo de desarrollar habilidades sociales deficientes, lo que lo convierte en un estilo de crianza negativo.
El estilo permisivo en la crianza se caracteriza por un bajo control y una alta receptividad (Sanfeliciano, 2019). Este enfoque puede parecer beneficioso, ya que muchos cuidadores creen que permitirá que sus hijos sean más felices (Corbin, s.f.). Sin embargo, a largo plazo, este estilo puede acarrear graves consecuencias emocionales. Los cuidadores que adoptan un enfoque permisivo intentan proteger a sus hijos de experiencias perjudiciales, no establecen normas claras para el comportamiento y demuestran una gran tolerancia (Corbin, s.f.). Como resultado, se convierten en cuidadores poco exigentes, que imponen pocas reglas y retos a sus hijos (Cajal, 2019). En correspondencia con Cajal (2019), ante las dificultades, es probable que estos cuidadores permitan que sus hijos se rindan con facilidad, además de ignorar las amenazas y castigos que pudieran imponer, si es que recurren a tales métodos.
La comunicación en este estilo de crianza es unidireccional, es decir, os cuidadores consideran las iniciativas y argumentos de sus hijos, lo que les proporciona una considerable autonomía (Guerri, 2021). Además, les otorgan una considerable autonomía y muestran interés en su formación académica y otros aspectos de su vida. Sin embargo, esta dinámica frecuentemente permite que los hijos dominen la situación (Guerri, 2021). Las investigaciones indican que los niños que se desarrollan en entornos donde predomina el estilo permisivo tienden a presentar un bajo rendimiento académico y enfrentan más problemas de comportamiento (Corbin, s.f.). Esto se debe a que es probable que ignoren la autoridad y desatiendan las reglas. Además, suelen experimentar una baja autoestima y sentimientos de tristeza. Por último, Corbin (s.f.) señala que a menudo se convierten en personas caprichosas y malcriadas.
El estilo de crianza indiferente se caracteriza por cuidadores que no ejercen control ni brindan apoyo emocional a sus hijos e hijas (Sanfeliciano, 2019). Estos cuidadores se involucran mínimamente en la crianza de sus pequeños, lo que implica que no proporcionan la orientación ni el respaldo necesarios para un adecuado desarrollo (Corbin, s.f.). En esencia, otorgan a los niños y niñas completa libertad para tomar sus propias decisiones, lo que puede resultar perjudicial (Guerri, 2021). De la misma manera, de conformidad con Corbin (s.f.), estos cuidadores suelen mostrar una falta de afecto y disciplina, descuidando así la atención que requieren sus hijos.
Las investigaciones han evidenciado que este estilo de crianza resulta muy dañino para los jóvenes, ya que el comportamiento de los cuidadores tiene un impacto negativo tanto en el desarrollo presente como en el futuro del niño (Corbin, s.f.). Los cuidadores indiferentes ponen en riesgo la salud emocional y la autoestima de sus hijos, lo que puede ocasionar graves problemas psicológicos en diversas áreas de su vida futura, incluidas las relaciones interpersonales y el ámbito laboral (Corbin, s.f.). Asimismo, de acuerdo con Sanfeliciano (2019), numerosos estudios han establecido una relación entre este tipo de crianza y altas tasas de delincuencia juvenil, así como de hostilidad en los niños.
El estilo de crianza democrático se caracteriza por una combinación notable de afectividad y control parental (Sanfeliciano, 2019). Este enfoque es considerado uno de los más saludables, ya que los cuidadores responden a las necesidades del menor y adaptan las exigencias a su estadio de desarrollo (Guerri, 2021). Asimismo, establecen límites y reglas claras, ofreciendo refuerzos positivos cuando el niño o la niña cumple con estas expectativas, y aplicando castigos proporcionados cuando se desvían de ellas (Guerri, 2021). En otras palabras, de acuerdo con Corbin (s.f.), los cuidadores democráticos fijan normas que desean que sus hijos sigan, pero también reconocen que pueden existir excepciones a dichas reglas.
Además, este estilo de crianza implica que los cuidadores explican las consecuencias del comportamiento negativo de sus hijos en lugar de recurrir a castigos automáticos (Corbin, s.f.). De igual forma, están más inclinados a utilizar el refuerzo positivo para promover el buen comportamiento, mostrando una mayor disposición a implementar sistemas de recompensas y elogios en comparación con los cuidadores autoritarios. Las investigaciones han demostrado que los niños criados bajo este estilo parental tienden a ser más felices y exitosos en su vida futura. En correspondencia con Corbin (s.f.), estos niños desarrollan habilidades para la toma de decisiones y poseen una autoestima más elevada, lo que les permite, en su adultez, asumir responsabilidades y expresar sus pensamientos con mayor comodidad.
Referencias
Cajal, A. (2019). Los 4 estilos de crianza educativos y sus características. Lifeder. Recuperado 4 de mayo de 2022, de https://www.lifeder.com/estilos-crianza/
Corbin, J. A. (s. f.). Los 4 estilos educativos: ¿cómo educas a tus hijos? Psicología y Mente. Recuperado 4 de mayo de 2022, de https://psicologiaymente.com/desarrollo/estilos-educativos
Guerri, M. (2021). Los cuatro estilos educativos: democrático, autoritario, permisivo e indiferente. PsicoActiva. Recuperado 4 de mayo de 2022, de https://www.psicoactiva.com/blog/los-cuatro-estilos-educativos-democratico-autoritario-permisivo-e-indiferente/
Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. (2020). Estilos de Crianza. Recuperado 4 de mayo de 2022, de https://www.icbf.gov.co/mis-manos-te-ensenan/estilos-de-crianza
Mitjana, L. R. (2021). Los cuatro estilos de crianza y su impacto en el desarrollo de nuestros hijos. Bebés y Más. Recuperado 4 de mayo de 2022, de https://www.bebesymas.com/ser-padres/cuatro-estilos-crianza-su-impacto-desarrollo-nuestros-hijos
Sanfeliciano, A. (2019). Estilos de crianza: ¿cómo educamos a nuestros hijos? La Mente es Maravillosa. Recuperado 4 de mayo de 2022, de https://lamenteesmaravillosa.com/estilos-de-crianza-como-educamos-a-nuestros-hijos/
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