A comienzos del siglo XVI, cuando la mayoría de la gente creía que la Tierra era el centro del universo, el científico polaco Nicolás Copérnico propuso que los planetas orbitaban alrededor del Sol (Redd, 2018). No obstante, su importancia no radica solo en ser el primero en formular una teoría heliocéntrica coherente, sino también en ser el precursor de la revolución científica que acompañó al Renacimiento europeo (Fernández & Tamaro, 2004). Esta revolución, que contó con la participación de Galileo Galilei y culminó con la obra de Isaac Newton, sistematizó la física y provocó un profundo cambio en la filosofía y las creencias religiosas. Por eso, se llama revolución copernicana a este proceso histórico, que tuvo un gran impacto no solo en la astronomía y la ciencia, sino también en el pensamiento y la cultura (Fernández & Tamaro, 2004). Así, según Williams (2015), la revolución copernicana fue el inicio de la era de la ciencia moderna.
Biografía
Nicolás Copérnico nació el 19 de febrero de 1473 en Torun, una ciudad de Espina, situada en el centro - norte de Polonia, a orillas del río Vístula y al sur del importante puerto marítimo báltico de Gdańsk (Westman, 2021). Provenía de una familia acomodada y distinguida de comerciantes: su padre, Nicolaus, y su madre, Barbara Watzenrode, pertenecían a este gremio (Westman, 2021). Era el menor de cuatro hermanos: Andreas, Bárbara y Katharina (Brown, s.f.). Su hermano mayor se dedicó a la vida religiosa como canónigo agustino, al igual que su hermana Bárbara, que se convirtió en monja benedictina y priora de un convento (Williams, 2015). Solo su hermana Katharina contrajo matrimonio y tuvo descendencia, de la cual se ocupó Nicolás Copérnico hasta el final de sus días. De acuerdo con Williams (2015), Copérnico nunca se casó ni tuvo hijos, dedicando su vida al estudio y a la Iglesia.
Cuando su padre murió en el año 1483, su tío materno, Lucas Watzenrode, se hizo cargo de su tutela y de su educación (Westman, 2021). Lucas Watzenrode era un clérigo exitoso que impulsó la carrera eclesiástica de su sobrino y lo envió a las mejores escuelas de la época (Rabin, 2019). Williams (2015) menciona que, aunque se dispone de escasa información sobre su infancia, se cree que asistió primero a la escuela de San Juan en Torun, donde su tío había sido maestro, y posteriormente a la Escuela de la Catedral de Wloclawek, la cual lo preparó para ingresar en la Universidad de Cracovia, el alma mater de Lucas Watzenrode.
En el año 1491, Nicolás Copérnico comenzó sus estudios en el Departamento de Artes de la Universidad de Cracovia, donde se formó en matemáticas, astronomía, filosofía y ciencias naturales (Williams, 2015). Aunque no se tiene constancia de que obtuviera un título, tampoco era necesario para su carrera eclesiástica o para continuar sus estudios superiores (Rabin, 2019). Fue en esta época cuando Copérnico desarrolló su interés por la astronomía, gracias al contacto con varios filósofos contemporáneos que enseñaban o estaban vinculados a la Escuela de Matemáticas y Astrología de Cracovia (Williams, 2015). Además, conforme con Williams (2015), adquirió una sólida base de conocimientos matemático - astronómicos, así como de las obras de Aristóteles, Euclides y otros escritores humanistas.
En el año 1495, su tío y tutor, lo eligió como canónigo del cabildo de Frombork del Cabildo Catedralicio de Warmia, un cargo administrativo justo por debajo del de obispo (Rabin, 2019). Dos años después, asumió el cargo y aseguró su situación económica de por vida. Mientras tanto, se trasladó a la Universidad de Bolonia en el año 1496 para estudiar derecho canónico. Allí vivió con el profesor de astronomía Domenico Maria Novara y realizó sus primeras observaciones astronómicas (Rabin, 2019). Con el tiempo, empezó a cuestionar los modelos aristotélico y tolemaico del universo, que presentaban problemas para explicar el movimiento de los planetas y sus variaciones de tamaño en el cielo nocturno (Williams, 2015). Por ello, según Williams (2015), aprovechó su estancia en la universidad para estudiar a autores griegos y latinos, así como los fragmentos de información histórica que tenía la universidad sobre los antiguos sistemas astronómicos, cosmológicos y calendarios, que incluían otras teorías heliocéntricas.
En el año 1501, Nicolás Copérnico se mudó a Padua, donde estudió medicina como parte de su carrera eclesiástica (Williams, 2015). Al igual que en Bolonia, Copérnico llevó a cabo sus estudios designados, pero siguió comprometido con sus propias investigaciones astronómicas. Entre los años 1501 y 1503, de conformidad con Williams (2015), continuó estudiando los antiguos textos griegos y se cree que fue en esta época cuando finalmente cristalizaron sus ideas para un nuevo sistema de astronomía, según el cual, la propia Tierra se movía.
En el año 1503, tras doctorarse en derecho canónico, regresó a Warmia (Williams, 2015). Alrededor del año 1507, describió por primera vez el sistema astronómico heliocéntrico, según el cual, la Tierra orbitaba en torno al Sol, en contraposición con el tradicional sistema tolemaico, que situaba a la Tierra en el centro de todos los movimientos celestes (Fernández & Tamaro, 2004). De acuerdo con Fernández & Tamaro (2004), una serie reducida de copias manuscritas del esquema circuló entre los investigadores de la astronomía, y Copérnico comenzó a ser considerado como un astrónomo notable; sin embargo, sus investigaciones se basaron principalmente en el análisis de textos y de datos establecidos por sus antecesores, ya que apenas se tiene constancia de que hiciera más de cincuenta observaciones a lo largo de su vida.
En el año 1513, fue invitado a participar en la reforma del calendario juliano, y en el año 1533, sus doctrinas fueron expuestas al Papa Clemente VII (Fernández & Tamaro, 2004). En el año 1536, el cardenal Schönberg le escribió desde Roma, instándolo a hacer públicos sus hallazgos. Para entonces, Copérnico había ya terminado de escribir su obra "Sobre las revoluciones de los orbes celestes", un tratado astronómico que defendía la teoría heliocéntrica. En correspondencia con Fernández & Tamaro (2004), el escrito se expresaba de acuerdo con el modelo del “Almagesto de Tolomeo”, del que conservó el concepto tradicional de un universo limitado y esférico, así como el principio de que los movimientos circulares eran los únicos adecuados a la naturaleza de los cuerpos celestes; pero contradecía la vieja concepción del universo, cuyo centro dejaba de ser coincidente con el de la Tierra, así como tampoco existía un único centro común a todos los movimientos celestes.
Consciente de la novedad de sus ideas y miedoso de las críticas que podían surgir, Copérnico no entregó la obra a los medios de comunicación (Fernández & Tamaro, 2004). No obstante, su publicación se produjo gracias a la intervención del astrónomo Georg Joachim von Lauchen, conocido como Rheticus, quien visitó a Copérnico y lo persuadió de imprimir el tratado, ocupándose él mismo de ello. Según Fernández & Tamaro (2004), la obra apareció unas semanas antes de la muerte de su creador; iba precedida de un prólogo anónimo, obra del editor Andreas Osiander, en el que se presentaba el sistema copernicano como una conjetura, a título de medida precautoria y en oposición al convencimiento de Copérnico.
Hacia finales del año 1542, Nicolás Copérnico padeció una hemorragia cerebral o una apoplejía que lo dejó paralizado (Williams, 2015). El 24 de mayo del año 1543 falleció a la edad de 70 años y fue enterrado en la catedral de Frombork, en Polonia (Williams, 2015). En correspondencia con Williams (2015), según se comenta, el día de su muerte le regalaron un ejemplar anticipado de su libro, al que sonrió antes de morir.
La Teoría Heliocéntrica
La ciencia del Renacimiento (siglos XV-XVII) se vio impulsada por el modelo heliocéntrico de Nicolás Copérnico, quien desafió la concepción geocéntrica del universo que había prevalecido durante catorce siglos (Fernández & Tamaro, 2004). Esta concepción, basada en el Almagesto de Tolomeo (siglo II), consistía en un desarrollo detallado y sistemático del método astronómico griego, que postulaba un cosmos geocéntrico con la Luna, el Sol y los planetas fijos en esferas que orbitaban la Tierra (Fernández & Tamaro, 2004). Conforme con Cartwright (2020), la propuesta de Copérnico, que resultó sorprendente para la comunidad académica europea y especialmente para la jerarquía de la Iglesia católica, fue que el punto central del universo no era la Tierra con todos los demás cuerpos girando a su alrededor, sino el Sol, alrededor del cual giraba la Tierra como un planeta más.
Asimismo, el movimiento de los cuerpos celestes a través del cielo en una sola noche y en el periodo de un año se debía a que la Tierra giraba sobre su propio eje y orbitaba alrededor del Sol, y no a que estos giraran alrededor de la Tierra (Cartwright, 2020). Además, sugirió que la Tierra daba una vuelta sobre su eje en un día y tardaba un año en orbitar alrededor del Sol (Cartwright, 2020). No obstante, el universo copernicano mantenía la finitud y la limitación de la esfera de las estrellas fijas de la astronomía clásica (Fernández & Tamaro, 2004). Aunque Copérnico inició el socavamiento del trabajo astronómico de Tolomeo, su objetivo era más bien modesto y consistía en una simplificación del sistema tradicional, que se había vuelto demasiado complejo. Por tanto conforme con Fernández & Tamaro (2004), asumió que la teoría heliocéntrica resolvería muchas dificultades y haría más económico el sistema, con solo reemplazar la Tierra por el Sol como centro del universo, sin alterar el resto del esquema.
Nicolás Copérnico fue el primero en desarrollar un sistema heliocéntrico coherente, pero su teoría no se basó tanto en la observación de datos empíricos como en la formulación de nuevas hipótesis a partir de una cosmovisión previa con un fundamento metafísico (Fernández & Tamaro, 2004). En primer lugar, Copérnico se inspiró en la tradición neoplatónica de origen pitagórico, al asignar al Sol una posición inmóvil en el centro del cosmos. En segundo lugar, el movimiento copernicano de los planetas se fundamentaba en un imperativo geométrico. Es decir, Copérnico seguía creyendo que los planetas describían órbitas circulares uniformes al moverse alrededor del Sol. Finalmente, según Fernández & Tamaro (2004), el paradigma metafísico copernicano se sustentaba en la convicción de que la verdad ontológica de su sistema reflejaba perfectamente la verdadera armonía del universo.
La Revolución Copernicana
El danés Tycho Brahe propuso una tercera vía que combinaba los sistemas de Tolomeo y Copérnico después de que este último planteara su modelo heliocéntrico en el siglo XVI (Fernández & Tamaro, 2004). Según este modelo, los planetas giraban en torno al Sol y este alrededor de la Tierra, manteniendo así el papel central de ésta en el universo (Fernández & Tamaro, 2004). Sin embargo, Brahe no adoptó una cosmología heliocéntrica, sino que dejó sus datos de observación a Johannes Kepler, un astrónomo alemán que los usó para mejorar el modelo heliocéntrico introduciendo las órbitas elípticas en el año 1609 (Williams, 2015). A finales del mismo siglo, de acuerdo con Fernández & Tamaro (2004), Isaac Newton publicó los “Principios matemáticos de la filosofía natural” con sus tres axiomas o leyes del movimiento y la ley de la gravitación universal: el heliocentrismo copernicano había llevado a la base de la física tradicional, que daba cumplida descripción de los fenómenos terrenales y celestiales.
Sin embargo, la importancia de la contribución de Copérnico no acaba con una contribución más o menos exitosa a la ciencia astronómica (Fernández & Tamaro, 2004). Al equiparar la Tierra con el resto de planetas que se movían en torno al Sol, la composición del cosmos de Copérnico rompía con los postulados escolásticos y filosóficos que defendían la distinción entre un mundo celeste inmutable y un mundo sublunar sujeto a cambios y movimientos (Fernández & Tamaro, 2004). Con el paso del tiempo, esta teoría se generalizó y se aceptó, y ganó el apoyo de muchos defensores influyentes (Williams, 2015). Así, las tesis de Copérnico supusieron el primer paso en la secularización progresiva de las concepciones renacentistas, que empezaron a buscar una interpretación de las interacciones entre el universo, la Tierra y el ser humano. Así, según Fernández & Tamaro (2004), se abrió la primera brecha entre la ciencia y la magia, la astronomía y la astrología, las matemáticas y la mística de los números.
El nuevo sistema tuvo profundas repercusiones en la metodología científica, la mentalidad y las convicciones religiosas y filosóficas de toda una época (Fernández & Tamaro, 2004). Por consiguiente, en correspondencia con Fernández & Tamaro (2004), cinco siglos después, la lengua continúa utilizando el concepto de "giro copernicano" para denotar un cambio drástico en una situación o en una forma de pensar.
Referencias
Brown, C. (s.f.). Nicolaus Copernicus. Khan Academy. Recuperado 17 de noviembre de 2021, de https://www.khanacademy.org/humanities/big-history-project/big-bang/how-did-big-bang-change/a/nicolaus-copernicus-bh
Cartwright, M. (2020). Nicolaus Copernicus. World History Encyclopedia. Recuperado 17 de noviembre de 2021, de https://www.worldhistory.org/Nicolaus_Copernicus/
Fernández, T., & Tamaro, E. (2004). Biografia de Nicolás Copérnico. Biografías y Vidas. Recuperado 17 de noviembre de 2021, de https://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/copernico.htm
Rabin, S. (2019). Nicolaus Copernicus. Stanford Encyclopedia of Philosophy. Recuperado 17 de noviembre de 2021, de https://plato.stanford.edu/entries/copernicus/
Redd, N. T. (2018). Nicolaus Copernicus biography: Facts & discoveries. Space.com. Recuperado 17 de noviembre de 2021, de https://www.space.com/15684-nicolaus-copernicus.htmlhttps://www.space.com/15684-nicolaus-copernicus.html
Westman, R. (2021). Nicolaus Copernicus. Encyclopedia Britannica. Recuperado 17 de noviembre de 2021, de https://www.britannica.com/biography/Nicolaus-Copernicus
Williams, M. (2015). Who Was Nicolaus Copernicus? Universe Today. Recuperado 17 de noviembre de 2021, de https://www.universetoday.com/45091/copernicus/
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