El Diagnostico Clínico de la Psicopatología en Salud Mental
- Gustavo Daniel Martínez Hernández

- 19 oct
- 7 Min. de lectura
En los últimos años, ha cobrado particular relevancia el estudio de los aspectos neurológicos y cognitivos del comportamiento humano. Este creciente interés ha puesto en evidencia las limitaciones de ciertos enfoques clásicos, como el psicoanálisis, los cuales, si bien han sido pilares en la comprensión del aparato psíquico, carecen en muchos casos de herramientas con validez científica para la evaluación y el diagnóstico clínico.
Este artículo tiene como propósito explorar el proceso de evaluación diagnóstica, así como el abordaje neuropsicológico y terapéutico en el contexto actual. A través de una mirada crítica y actualizada, se analizarán las metodologías contemporáneas que permiten comprender con mayor precisión las bases cerebrales de los trastornos mentales, abriendo camino a intervenciones más eficaces y sustentadas en evidencia.
¿Qué es Psicopatología?
La organización mundial de la salud [OMS] (2023), menciona que la psicopatología se explica como la disciplina que estudia los trastornos mentales, emocionales y del comportamiento; centrándose en su origen, desarrollo, manifestaciones y tratamiento.

Por tanto, la psicopatología busca comprender el sufrimiento mental de los seres humanos, no solo desde una perspectiva clínica, sino también considerando su contexto social, cultural y biográfico. Es decir, no se trata únicamente de clasificar síntomas, sino de entender la experiencia subjetiva del malestar mental y cómo este afecta la vida cotidiana de quien lo padece; siendo así una integración multifactorial para la adecuada intervención de la las personas.
¿Cómo se Evalúa una Psicopatología?
Para realizar una detección efectiva y precisa de los trastornos mentales, es fundamental considerar los aspectos que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), influyen en el desarrollo de la psicopatología. Estos aspectos se agrupan en lo que se conoce como marcadores biopsicosociales, los cuales permiten una comprensión integral del origen y evolución de los trastornos mentales.
Factores Biológicos

Dentro de la evaluación, los factores biológicos son esenciales debido a que comprenden la carga hereditaria transmitida a través de la genética, otorgando a las células del cuerpo una "memoria" funcional que incide directamente en la regulación de sistemas clave, como el sistema nervioso central (SNC), así como en otros sistemas complejos como el digestivo, el respiratorio, entre otros.
Aunque el componente genético es un punto de partida crucial para entender el origen de ciertas psicopatologías, existen otras variables biológicas relevantes. Entre ellas se incluyen las alteraciones estructurales del SNC, como malformaciones cerebrales, hipoxia perinatal, enfermedades neurológicas, así como traumatismos craneoencefálicos o la presencia de cuerpos anómalos (por ejemplo, quistes o tumores), que pueden incidir negativamente en la calidad de vida de la persona y contribuir al desarrollo de síntomas psicopatológicos (Bolton y Gillett, 2019).
Factores Psicológicos
Los factores psicológicos comprenden una amplia gama de elementos como los procesos cognitivos, las emociones, la personalidad y las experiencias de vida, todos fundamentales para la comprensión del comportamiento humano. Estos elementos se integran en esquemas mentales, los cuales influyen directamente en la forma en que el individuo interpreta la realidad, responde ante diversas situaciones y regula su conducta (Beck, 2020).
Uno de los aspectos más relevantes dentro de esta categoría es la regulación emocional, ya que permite entender cómo una persona experimenta, procesa y expresa sus emociones, lo cual puede ofrecer indicadores clave de posibles conflictos internos o trastornos psicológicos. Así mismo, el desarrollo psicológico del ser humano está moldeado por experiencias previas, que actúan como aprendizajes fundamentales para la construcción de su identidad y formas de relacionarse con el entorno. Estos aprendizajes pueden, en algunos casos, generar vulnerabilidad psicológica, especialmente cuando se han vivido situaciones adversas como el abandono, el abuso, o entornos inestables.
Factor Social
Para comprender de mejor manera los principales complejos de la salud mental es necesario mirar el factor social y del estatus socioeconómico de cada una de las personas, ya que en la actualidad vemos carencias de poblaciones vulnerables ; por tanto la salud mental del individuo suele estar profundamente condicionada por su entorno social y por las condiciones estructurales en las que se desarrolla su vida cotidiana. Si bien, lejos de ser un fenómeno exclusivamente biológico o individual, el bienestar psíquico se construye en interacción con factores como el estatus socioeconómico, el acceso a redes de apoyo, la inclusión comunitaria y las oportunidades de desarrollo. En poblaciones vulnerables como aquellas que viven en situación de pobreza, migración forzada o exclusión social; por tanto, estos factores adquieren un peso aún mayor, ya que limitan el acceso a recursos esenciales para el cuidado emocional y psicológico.

Si bien, el estatus socioeconómico influye en la salud mental de múltiples formas, pero ¿Cómo?, algunos de los ejemplos más claros son: 1. el acceso a servicios de salud, 2. educación, 3. vivienda y 4. empleo; pero también configura la percepción de valía personal y el sentido de control sobre la vida. Las personas con bajos ingresos suelen estar expuestas de manera constante a altos niveles de estrés, inseguridad, discriminación y violencia, lo cual incrementa la probabilidad de desarrollar trastornos como depresión, ansiedad, adicciones o trastornos de adaptación.
En el caso de comunidades rurales o sectores migrantes, por ejemplo, las dinámicas familiares muchas veces se ven fracturadas por la necesidad de buscar trabajo fuera del lugar de origen. Este fenómeno puede derivar en sentimientos de abandono, duelo migratorio, y ruptura del tejido social, afectando de manera directa el desarrollo emocional de niños, adolescentes y adultos mayores que permanecen en condiciones de desamparo psicosocial. A menudo, la escasez de servicios de salud mental en estas regiones también impide la detección oportuna de trastornos, agravando su curso.
Proceso del Diagnóstico en Trastornos Mentales
Uno de los tópicos más recurrentes es conocer como se logra crear una evaluación y diagnóstico de los trastornos mentales, ya que esto requiere de un enfoque integral que contemple no solo los síntomas clínicos observables, sino también las condiciones biológicas, psicológicas y sociales que influyen en su aparición, desarrollo y mantenimiento. Este enfoque integrador, conocido como modelo biopsicosocial, reconoce que el malestar psíquico no puede comprenderse exclusivamente desde una dimensión médica o conductual, sino que emerge en la intersección entre el organismo, la mente y el entorno del individuo.
Por lo que, las herramientas que se emplean en el diagnostico son: el manual de Clasificación Internacional de Enfermedades, onceava edición (CIE-11) de la Organización Mundial de la Salud como el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, quinta edición, texto revisado (DSM-5-TR), elaborado por la Asociación Americana de Psiquiatría, proporcionan criterios sistemáticos y estandarizados para identificar trastornos mentales. Sin embargo, ambos manuales han reconocido la necesidad de contextualizar el diagnóstico, ampliando su mirada hacia los determinantes sociales de la salud mental.
¿Qué se Debe Implementar Para el Diagnostico CIE o DSM?

Para el diagnóstico clínico, tanto la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) como el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) son herramientas válidas, sin embargo la CIE-11, elaborada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), es la guía recomendada a nivel global. La CIE tiene una ventaja importante: su adopción oficial por los sistemas de salud en más de 190 países, lo que la convierte en el estándar internacional para el diagnóstico de enfermedades, incluidos los trastornos mentales y del comportamiento. Además, su enfoque busca integrar la salud física y mental desde una perspectiva más amplia y accesible, algo crucial en contextos diversos y realidades multiculturales (OMS, 2022).
Sin embargo, por otro lado, el DSM-5-TR, elaborado por la Asociación Americana de Psiquiatría, tiene gran influencia en la investigación y en la práctica clínica de países como Estados Unidos. No obstante, su uso es más limitado en contextos institucionales fuera del ámbito estadounidense. Para fines clínicos oficiales, especialmente en hospitales y sistemas de salud pública, se recomienda emplear la CIE-11, ya que sus categorías diagnósticas están armonizadas con el DSM-5, pero con una estructura más simplificada y orientada a la aplicabilidad universal (First, Reed, Hyman & Saxena, 2015). Aunque ambos sistemas son complementarios, la CIE-11 debe ser la herramienta principal para el diagnóstico psicológico clínico debido a su reconocimiento legal y su integración en los sistemas de salud globales.
Herramientas Complementarias al Diagnostico Clínico
Para una adecuada evaluación y complementación diagnostica, el uso de herramientas complementarias permite al profesional confirmar o refinar los diagnósticos establecidos mediante la entrevista clínica inicial. Entre las más relevantes se encuentran las entrevistas estructuradas y semiestructuradas, como la SCID-5 (entrevista semiestructurada para criterios del DSM-5) o la CIDI (entrevista estructurada para criterios de la CIE-11), que permiten una aplicación sistemática de los criterios diagnósticos, reduciendo el sesgo del examinador y mejorando la validez interevaluador (First et al., 2015).
Asimismo, las baterías psicométricas estandarizadas constituyen un pilar en la evaluación complementaria. Instrumentos como el MMPI-2 (Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota), el BDI-II (Inventario de Depresión de Beck) o el SCL-90-R (Lista de verificación de síntomas) por mencionar algunas; permiten cuantificar síntomas y rasgos psicológicos clave, facilitando una evaluación más objetiva del estado emocional, cognitivo y conductual del paciente (Kaplan & Sadock, 2020).
Por otra parte, en casos donde se sospecha afectación neurológica, las herramientas de evaluación neurofisiológica cobran gran relevancia. Las técnicas de neuroimagen, como la resonancia magnética funcional (fMRI) o la tomografía por emisión de positrones (PET), permiten observar la actividad cerebral en tiempo real, y han sido esenciales en la investigación de trastornos como la esquizofrenia, el trastorno bipolar o el TDAH. A la par, la electroencefalografía (EEG) es una técnica no invasiva que mide la actividad eléctrica cerebral y resulta útil en el diagnóstico de trastornos convulsivos, delirium, o alteraciones atencionales, así como en la evaluación del estado de conciencia (American Psychiatric Association, 2022).
Conclusión
Para comprender los trastornos mentales, requiere un enfoque integral que considere no solo los síntomas clínicos, sino también los factores biológicos, psicológicos y sociales que los originan y mantienen. El modelo biopsicosocial permite esta visión amplia, integrando herramientas diagnósticas como la CIE-11 y el DSM-5-TR, así como entrevistas clínicas y pruebas psicométricas, para ofrecer una evaluación más precisa y adaptada al contexto del paciente. Además, es fundamental reconocer cómo el entorno social, especialmente en poblaciones vulnerables, influye directamente en la salud mental. Factores como la pobreza, la migración o la falta de acceso a servicios básicos pueden agravar los trastornos psicológicos. Por ello, una intervención efectiva debe ser no solo científica, sino también humana, contextual y comprometida con la equidad en el acceso a la atención para un adecuado diagnostico y tratamiento mental.
Referencias
American Psychiatric Association. (2022). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition, Text Revision (DSM-5-TR). Washington, DC: APA Publishing.
Barlow, D. H., & Durand, V. M. (2022). Abnormal Psychology: An Integrative Approach (9th ed.). Cengage Learning.
Beck, J. S. (2020). Cognitive Behavior Therapy: Basics and Beyond (3rd ed.). The Guilford Press.
Bolton, D., & Gillett, G. (2019). The Biopsychosocial Model of Health and Disease: New Philosophical and Scientific Developments. Springer. https://doi.org/10.1007/978-3-030-11899-0
First, M. B., Reed, G. M., Hyman, S. E., & Saxena, S. (2015). The development of the ICD-11 Clinical Descriptions and Diagnostic Guidelines for Mental and Behavioural Disorders. World Psychiatry, 14(1), 82–90. https://doi.org/10.1002/wps.20189
First, M. B., Reed, G. M., Hyman, S. E., & Saxena, S. (2015). The development of the ICD-11 Clinical Descriptions and Diagnostic Guidelines for Mental and Behavioural Disorders. World Psychiatry, 14(1), 82–90. https://doi.org/10.1002/wps.20189
Kaplan, H. I., & Sadock, B. J. (2020). Kaplan & Sadock. Sinopsis de psiquiatría: ciencias de la conducta psiquiatría clínica (12.ª ed.). Wolters Kluwer.
Organización Mundial de la Salud. (2022). Clasificación Internacional de Enfermedades 11ª revisión (CIE-11). https://icd.who.int/
Organización Mundial de la Salud. (2022). Informe mundial sobre la salud mental: transformar la salud mental para todos. OMS. https://www.who.int/es/publications/i/item/9789240064809
Organización Mundial de la Salud. (2023). Clasificación Internacional de Enfermedades para Estadísticas de Morbilidad y Mortalidad, 11ª revisión (CIE-11). OMS. Disponible en: https://icd.who.int/es




Excelente información 😊